La Universidad Juan Carlos I ha abierto las aulas a alumnos con discapacidad intelectual para que comprueben si el proyecto en el que trabajan los futuros ingenieros garantiza la usabilidad y accesibilidad universal del producto que están diseñando, una aplicación móvil (app) que están desarrollando los alumnos universitarios para la compra de títulos de transporte. Es decir, que antes de lanzar esta aplicación móvil al mercado pueda ser totalmente comprensible por todos los usuarios.

Trabajando en común, este equipo mixto ha llegado a la conclusión (aunque parezca de sentido común, sin embargo, hay que insistir en ello) de “lo sencillo que es facilitar la accesibilidad de las aplicaciones si se tiene en cuenta desde el inicio del diseño de las mismas”.

La Universidad debe sintonizar con la sociedad y sus grupos de población, entrar en contacto con ellos, preguntarles, conocer lo que necesitan, pedirles colaboración llegado el caso, revertir su investigación y aprendizaje de nuevo en la sociedad.

Por su parte las entidades deben de estar despiertas a los intereses investigadores y docentes, brindar colaboración y adelantarse con nuevas propuestas.

Tras la experiencia conjunta, las entidades implicadas (Universidad Juan Carlos I y Fundación Juan XXIII Roncalli) continuarán este año en esta y otras ramas de especialización, porque hay que seguir “tomando conciencia de las limitaciones con las que se encuentran en su día a día las personas con discapacidad cognitiva”.

Una experiencia que debería contagiar a otras esferas universitarias y asociativas, de manera más cotidiana.