Uno de los retos permanentes que afrontan las organizaciones de la discapacidad intelectual es el de su profesionalización, que no sólo afecta a los equipos técnicos y de gestión, sino también a los directivos y patronos que componen sus órganos de gobierno.

Conviene recordar que la función de los directivos y patronos no es una tarea meramente honorífica: son los máximos responsables de la adecuada gestión de los intereses de las asociones y fundaciones que gobiernan y sus beneficiarios.

La formación a directivos debe ser específica, que oriente a los directivos, directivas y personas que conforman llos órganos de gobierno (donde se toman las decisiones) para que puedan desarrollar y cumplir adecuadamente su función, tomando las decisiones más justas durante su mandato.

La formación debe ayudarles a desarrollar habilidades de gestión, contribuir a crear una cultura que favorezca la mejora de la gestión interna, fomentar la capacidad de liderazgo y una cultura de transparencia y promover habilidades directivas tipo trabajo en equipo, negociación y comunicación.

La evolución de la profesionalización de las organizaciones de acción social, como es el caso de las organizaciones de la discapacidad intelectual, pasa por el impacto de sus programas formativos.