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Hoy opina... Miguel Gómez | |
El movimiento se demuestra andando | |
Tal como dice el título de esta columna, el movimiento se demuestra andando. Y sí, hablo del movimiento asociativo, de nuestro movimiento asociativo, el de la discapacidad. Un movimiento ciudadano que no solo está legitimado por lo que haga y por cómo lo haga, sino que además en su legitimación necesita hacer y demostrar qué está haciendo. Sí, entiendo que alguno no acabará de entender a qué viene hoy esta columna, por lo que me atrevo a pedirle que dé tres párrafos de margen, y estoy seguro de que no solo lo entenderá todo, sino que, incluso, y es más que probable, estará de acuerdo conmigo. Y es que esta semana observábamos ojipláticos cómo una comunidad de vecinos de un municipio madrileño se había propuesto prohibir que una de sus vecinas, por el mero hecho de ser una persona con discapacidad intelectual o del desarrollo, no pudiera hacer uso de los elementos comunes a la comunidad como son la piscina o el ascensor. La discriminada, en este caso, una joven con Síndrome de Down de 16 años. Los que discriminaban, todos, o confiemos que solo una pequeña parte, los vecinos de una comunidad que no habían reparado en que las personas con discapacidad tienen derechos y que estos no pueden ser violados. Y es que, qué sentido tiene prohibir a una chica de 16 años que sabe nadar bañarse en la piscina sin la compañía de un adulto, ninguno. Y si esta chica es una chica con discapacidad, tampoco. Así que, al final, familia y damnificada, viendo que no lograban nada por sí solos, decidieron comunicar y poner en conocimiento del CERMI los hechos. Y ahora sí, el CERMI, y por qué no decirlo, el revuelo público y los riesgos legales a los que se enfrentaba dicha comunidad de vecinos, lograron revertir tamaña injusticia. Creo que el ejemplo expuesto, da muestras de que cuando el movimiento asociativo de la discapacidad se lo propone, se da la vuelta a situaciones de clara discriminación. En Aspanias, y esta semana, no hemos tenido un caso análogo, pero sí que hemos hecho algo que creemos puede tener su importancia para el pleno ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad en nuestra ciudad. Nuestra Junta Directiva aprobaba el martes solicitar al Consejo de Administración del SAMYT (autobuses municipales de Burgos) que, la gratuidad ya contemplada en el billete para los acompañantes de personas con discapacidad visual o que necesiten usar sillas de ruedas, pueda extenderse también para el caso de quienes acompañen a personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. De lo contrario, poco o nada estaremos haciendo para que el derecho a una vida independiente y en la comunidad, tal como recoge el artículo 19 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, pueda hacerse realidad. Y eso, claro está, es también combatir la discriminación. El camino es largo y hasta llegar a la meta aún queda mucho por moverse. Por eso, y porque las personas lo necesitan, me atrevía a reivindicar al principio de esta columna que el movimiento (de la discapacidad), se demuestra andando. | |
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