Desde siempre y las Excavaciones de Atapuerca así nos lo demostraron en 2009 con la aparición de Benjamina (homínido de 10 años con craneosinostosis), la condición de ser humano y la socialización a la que estamos abocados hace que lo que venimos en llamar entornos amables, derechos, apoyos, seguimiento, simpatía y en algunos casos cariño y hasta ternura, haya servido de disculpa para justificar lo injustificable.

Existe una fuerza imparable en nuestra sociedad que es verdadero motor de complicidades, hablamos del colaborador o simpatizante de las personas con capacidades diversas. Hablamos de Fernando, de Teresa, de Pedro, de Juan, de Constanza, de José Luis, de Remedios, de Daniel… Desarrollan su labor de forma anónima y casi oculta, por supuesto altruista.

Están presentes en todos los ámbitos de relación, en el mostrador de nuestro Ayuntamiento, en la tienda de ultramarinos, en la acera frente a un cartel, en el acompañamiento a una determinada zona de la ciudad, en el autobús, en la Peña del barrio, ante un periódico en la Biblioteca, etc. Su seña de identidad, la sonrisa y la amabilidad, así les podrás identificar.

Como decía, es un papel completamente injustificable porque no necesitan razón de ser, sencillamente son y están, aunque no se dejen ver.

Gratitud y elogio permanentes y desde luego, el deseo de que alguna persona piense de nosotros lo mismo.