Campeones del mundo. Se dice pronto. Cuando Roberto Castro y Rodrigo Palacios pusieron rumbo hace unas semanas a Austria para formar parte de la selección española de hockey interior en los Special Olympics de invierno, ya sabían que iba a ser una experiencia enriquecedora, pero no intuían, ni de lejos, que iban a volver con una medalla de oro colgada del cuello.

"Juan Luis me comentó la posibilidad de ir a unos Juegos Olímpicos y no me lo pensé", comenta Roberto, que ya fue parte de la expedición que viajó a Japón en 2005 y que logró el bronce. "Yo tampoco", añade Rodrigo, visiblemente satisfecho tras haberse embarcado en esta aventura.

Tras un pequeño viaje hasta Viena, el equipo nacional al completo se reunió y se desplazó hasta Graz, la ciudad sede de la competición de hockey. "No nos conocíamos casi nadie, pero nos integramos muy bien. Desde el principio fuimos un equipo, que eso al final es la clave del éxito”, cuenta Rodrigo, que reconoce que han hecho piña con el resto de la plantilla, procedente de Madrid, Cataluña y Salamanca. "El ambiente ha sido muy bueno, centrados en los partidos, pero riéndonos y bromeando en el resto de la concentración", añade.

Sin embargo, el inicio no fue fácil en cuanto a resultados. Después de caer en los primeros encuentros de las rondas preliminares, el ánimo estaba bajo. "En ese momento, el entrenador nos dijo que teníamos que tener la cabeza alta, que debíamos disfrutar", recuerda Castro, que indica que, a partir de ahí, llegó la reacción. Encuadrados en el nivel medio y con Austria y la India como rivales, España experimentó una clara mejoría y logró meterse en la final. "Ya teníamos asegurada la plata y teníamos el reto de ganar a los anfitriones", señala Rodrigo, que afirma que no las tenía todas consigo, pues los austríacos les habían ganado ya en dos ocasiones.

Pero a veces los 'milagros' existen y, ante un pabellón abarrotado, la selección española se impuso 7-9 en un duelo ajustadísimo. "Íbamos 7-7 a pocos minutos del final y anoté el octavo gol, fue una alegría enorme", cuenta Castro. "En cuanto pitó el colegiado me fundí en un abrazo con Blanca (responsable de la expedición de Castilla y León) y el resto de los compañeros y saltamos al campo para celebrarlo. Fue increíble", recuerda Palacios.

Tras la pertinente celebración, al día siguiente tocaba disfrutar con la entrega de medallas. Allí, en lo más alto del podio y con el oro en el cuello, vivieron un momento que jamás borrarán de su memoria. "La experiencia ha sido increíble, sobre todo por el hecho conocer gente nueva. Repetiría sin pensármelo y se lo recomendaría a otros compañeros. La gente se tiene que animar a jugar al hockey", coinciden los dos medallistas. Una vez en casa, las felicitaciones se siguen sucediendo.